La participación ciudadana

La participación ciudadana
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En el marco de la Feria Internacional del Libro de Arteaga (FILA 2015), el último día participé en la presentación del libro “De la Protesta a la Participación Ciudadana”, de Ulrich Richter Morales. Ese día Richter irrumpía en la FILA 2015 con su libro y a la siguiente mañana nos despertamos con un sismo en Saltillo de una intensidad de 4 grados en la escala de Richter. Sin duda la protesta de la tierra, también en los tiempos actuales se hace recurrente.

Richter nos plantea que “hay que asumir la protesta como ejercicio propio de la democracia. Protestar, es un acto que debe de ser normal de la práctica ciudadana y de la vida democrática”; por lo tanto, nos invita a verlo como fenómeno propositivo en el que se expresan puntos de vista divergentes usando un lenguaje común, el de la calle.

Y agrega, “.. la protesta es un acto que reafirma la preeminencia del ciudadano, al autoafirmarlo como agente en ejercicio de su capacidad de juicio, desarrollando medidas compartidas de eficacia política, usando distintos medios para ser escuchados por los grupos en el poder”.

Hoy están surgiendo nuevos movimientos sociales cuya identidad es la ciudadanía. Los ciudadanos participando en esos movimientos sociales, coadyuvan al fortalecimiento de nuestra democracia y a la reivindicación de la política. Richter deja en claro que el derecho a la protesta no es un derecho más, sino uno de especial relevancia dentro de cualquier ordenamiento constitucional: se trata de un derecho que nos ayuda a mantener vivos los restantes derechos.

El autor se cuestiona: ¿Por qué los partidos se resisten a dotar a la ciudadanía de herramientas que le puedan hacer más fuerte? En este sentido, creo que los partidos, más que resistirse a dotar a la ciudadanía de herramientas, es su propia naturaleza la que se los impide. Su tarea fundamental es contender por la conquista del gobierno, y si ya lo tienen, por la preservación del mismo. Por ello, la tarea de impulsar y hacer ciudadanía solo les corresponde a los ciudadanos y a nadie más.

Los movimientos ciudadanos no adoptan formas corporativas, su movilidad y flexibilidad les permite un nivel de participación con un alto grado de independencia. En México resolvimos el problema de que el voto contara; ahora hay que resolver el problema de que haya un buen nivel de participación ciudadana.

El autor también nos habla de un tema de actualidad, el de las candidaturas independientes. Lo más reciente al respecto es el fenómeno de “El Bronco”, en Nuevo León ¿Pero hasta qué punto es una candidatura independiente, surgida de un movimiento ciudadano? El Bronco es producto de prácticas partidarias, de organizaciones sociales corporativas. Como no fue postulado por su partido, optó por una candidatura independiente. Igual como ha sucedido en nuestro País, las figuras más importantes de los partidos de oposición no se formaron en la disidencia, salieron del PRI: Cuáuhtemoc Cárdenas, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Obrador, entre otros.

En el caso de “El Bronco”, un expriísta que en los hechos no ha demostrado haberse sacudido las prácticas en las que fue formado, en el caso de que gane se enfrentará, entre otros problemas, a con qué diputados gobernará. Y si gana, habrá que ver, ¿cómo construirá las mayorías legislativas para gobernar? Si avanza en este terreno estaremos pasando sin duda a otro nivel en la democracia de nuestro País.

En otra parte del libro nos habla de los movimientos sociales de nuevo tipo. Sin duda un intento importante de participación ciudadana lo fue el #YoSoy132. Al principio se percibía como el movimiento que en el País venía a llenar el hueco que le hace falta a nuestra incipiente democracia, el de la participación ciudadana. Como todo movimiento en sus inicios contó con la aceptación de importantes sectores de ciudadanos, ya que lo asociaron a un movimiento auténtico, sin tintes partidarios. Pero bastaron menos días que los del periodo de la campaña presidencial, para mostrarse como un movimiento lópezobradorista y antipeñista.

Estos temas de la participación ciudadana, de las protestas sociales, de los movimientos ciudadanos, de los indignados y del uso de redes sociales seguirán dando mucho de que hablar. El libro que comentamos sin duda profundiza en la democracia participativa como el camino para reivindicar cabalmente los derechos de la ciudadanía.

jshv0851@gEn el marco de la Feria Internacional del Libro de Arteaga (FILA 2015), el último día participé en la presentación del libro “De la Protesta a la Participación Ciudadana”, de Ulrich Richter Morales. Ese día Richter irrumpía en la FILA 2015 con su libro y a la siguiente mañana nos despertamos con un sismo en Saltillo de una intensidad de 4 grados en la escala de Richter. Sin duda la protesta de la tierra, también en los tiempos actuales se hace recurrente.

Richter nos plantea que “hay que asumir la protesta como ejercicio propio de la democracia. Protestar, es un acto que debe de ser normal de la práctica ciudadana y de la vida democrática”; por lo tanto, nos invita a verlo como fenómeno propositivo en el que se expresan puntos de vista divergentes usando un lenguaje común, el de la calle.

Y agrega, “.. la protesta es un acto que reafirma la preeminencia del ciudadano, al autoafirmarlo como agente en ejercicio de su capacidad de juicio, desarrollando medidas compartidas de eficacia política, usando distintos medios para ser escuchados por los grupos en el poder”.

Hoy están surgiendo nuevos movimientos sociales cuya identidad es la ciudadanía. Los ciudadanos participando en esos movimientos sociales, coadyuvan al fortalecimiento de nuestra democracia y a la reivindicación de la política. Richter deja en claro que el derecho a la protesta no es un derecho más, sino uno de especial relevancia dentro de cualquier ordenamiento constitucional: se trata de un derecho que nos ayuda a mantener vivos los restantes derechos.

El autor se cuestiona: ¿Por qué los partidos se resisten a dotar a la ciudadanía de herramientas que le puedan hacer más fuerte? En este sentido, creo que los partidos, más que resistirse a dotar a la ciudadanía de herramientas, es su propia naturaleza la que se los impide. Su tarea fundamental es contender por la conquista del gobierno, y si ya lo tienen, por la preservación del mismo. Por ello, la tarea de impulsar y hacer ciudadanía solo les corresponde a los ciudadanos y a nadie más.

Los movimientos ciudadanos no adoptan formas corporativas, su movilidad y flexibilidad les permite un nivel de participación con un alto grado de independencia. En México resolvimos el problema de que el voto contara; ahora hay que resolver el problema de que haya un buen nivel de participación ciudadana.

El autor también nos habla de un tema de actualidad, el de las candidaturas independientes. Lo más reciente al respecto es el fenómeno de “El Bronco”, en Nuevo León ¿Pero hasta qué punto es una candidatura independiente, surgida de un movimiento ciudadano? El Bronco es producto de prácticas partidarias, de organizaciones sociales corporativas. Como no fue postulado por su partido, optó por una candidatura independiente. Igual como ha sucedido en nuestro País, las figuras más importantes de los partidos de oposición no se formaron en la disidencia, salieron del PRI: Cuáuhtemoc Cárdenas, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Obrador, entre otros.

En el caso de “El Bronco”, un expriísta que en los hechos no ha demostrado haberse sacudido las prácticas en las que fue formado, en el caso de que gane se enfrentará, entre otros problemas, a con qué diputados gobernará. Y si gana, habrá que ver, ¿cómo construirá las mayorías legislativas para gobernar? Si avanza en este terreno estaremos pasando sin duda a otro nivel en la democracia de nuestro País.

En otra parte del libro nos habla de los movimientos sociales de nuevo tipo. Sin duda un intento importante de participación ciudadana lo fue el #YoSoy132. Al principio se percibía como el movimiento que en el País venía a llenar el hueco que le hace falta a nuestra incipiente democracia, el de la participación ciudadana. Como todo movimiento en sus inicios contó con la aceptación de importantes sectores de ciudadanos, ya que lo asociaron a un movimiento auténtico, sin tintes partidarios. Pero bastaron menos días que los del periodo de la campaña presidencial, para mostrarse como un movimiento lópezobradorista y antipeñista.

Estos temas de la participación ciudadana, de las protestas sociales, de los movimientos ciudadanos, de los indignados y del uso de redes sociales seguirán dando mucho de que hablar. El libro que comentamos sin duda profundiza en la democracia participativa como el camino para reivindicar cabalmente los derechos de la ciudadanía.

jshv0851@gmail.commail.com

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